25 de noviembre de 2018

El Agua Liberadora de Emociones

Escrito por: Lucia Peña - Presidenta del Instituto Int. de Estimulación Neural y Socióloga

Aprendí a llorar, aprendí a hablar, no más miedo.

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Tenía 7 años y el portero de la casa donde vivía me espiaba cuando iba a lavar los calcetines de mis hermanos, me escapaba y rápidamente hacia el trabajo para evitarlo. El miedo cada vez mayor se iba apoderando de mí, veía detrás de la cortina que no estuviera para salir, le decía a mi madre “no quiero” “voy más tarde”; eran tantas sus preocupaciones de 7 hijos más, que no escuchaba, sólo quería que estuviera todo listo para mis 4 hermanos hombres y mi padre.

Llegó el día que no pude escaparme y este portero abuso de mí, era horrible sentirlo detrás de mí y acercarse hasta quitar la respiración, recuerdo que mojaba mis manos en el lavadero porque no sabía qué estaba pasando, no tenía el valor de quitármelo, no sabía cómo, enmudecí, imposible salir un grito, una palabra, sólo sentía en las piernas lo baboso del semen del tipo, que se fuera era lo que pedía, que alguien llegara, alguna vecina, fueron eternos esos momentos. Se escuchó un grito de la madre del portero: “¿Dónde estás fulanito?” ¡mi salvación! se fue, subiéndose la cremallera del pantalón ¡quedé paralizada no sé cuánto tiempo!

nina blanco y negro

Durante años guardé esa vergüenza y ese “secreto”, hasta que un día me atreví, alcé la voz, lloré, grité, lo saqué de mi vida y ahora sólo es un recuerdo grabado sin victimismo, sí con la valentía de atreverme a liberarlo de mi existencia.

Compartí mi testimonio y muchas niñas, madres, mujeres se atrevieron y alzaron la voz. Vergüenza ninguna, victimismo ninguno, hoy estoy segura de mí y deseo desde mi corazón y mi fuerza de mujer atreverse a levantar la voz.

¡No más violencia contra las mujeres! 5 minutos cambiaron mi vida. Escribe y atrévete!

Imagen de Lucia


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