Soy una mujer como tantas. Formo parte de una familia, de una escuela, de un trabajo...
Soy una mujer como tantas. Formo parte de una familia, de una escuela, de un trabajo. Crecí en dos países, uno cálido como el sol y el otro frío como la nieve. Desde que tengo memoria he intentado complacer al mundo, a mis padres, abuelos, hermanas, en fin, a mi familia. En la escuela intentas adaptarte, ser como se “esperan” que seas, o como tu madre, o como tu hermana, como las chicas populares, o las más inteligentes, siempre poniéndotelas de ejemplo, ¿Y quién pregunta cómo eres? ¿Qué quieres? ¿Qué sueños e ilusiones? A corta edad me di cuenta de que la vida está llena de expectativas, de comparaciones y de críticas. No importa, hagas lo que hagas, siempre habrá alguien que no esté satisfecho con tus actos. Y al estar tan metida en ese mundo, no lograba ver el amor que me rodeaba de las personas que SI me aman, que sí me valoran, y que me aceptan como SOY.
Desde jóvenes crecemos pensando que si logramos complacer a los demás, cumplir con sus expectativas, nos querrán y valorarán por lo que hemos alcanzado uff! es una vida difícil de llevar y ser tu misma. Hablemos de los años de pubertad, donde la expectativa es que te conviertas en una flor, alta, delgada, con pechos y demás, un prototipo del éxito. Aparecen dudas de ti misma y le abrimos la puerta a la inseguridad. El chico de tus sueños no te ve y sientes que jamás encontrarás a alguien que te quiera. Lo único que vez de ti son tus defectos, lo que la otra gente critica de ti, la burla de los demás.
Nadie habla de “esto”, sólo cuando mencionas algo, es utilizado en tu contra. Tu valor y amor hacia ti misma empieza a decaer hasta que sientes que no vales nada, y te conformas con lo que te pongan enfrente, sea un trabajo que no quieres, o un hombre que no te quiere ni te valora. No lo ves, porque ante tus ojos no mereces nada mejor que lo que tienes.
Las cadenas son esas que nos pusimos desde pequeñas, porque no entendíamos y no nos explicaban, una crítica, una comparación, celos, envidias, miedos, ansiedades, puertas falsas como el alcohol, anorexia, drogas.
Busque y encontré el camino que para mí es el correcto! Gracias a la meditación y al método de 5 minutos dije YA NO MÁS. Empecé a tener un despertar, a estar en paz con quien soy, encontrar mi valor y aprendí a quererme tanto por fuera como por dentro. Ese valor y cariño que buscaba en los demás siempre estuvo dentro de mí. Viví por más de 22 años esclava a las expectativas de los demás, y muchas veces no eran ni reales, era lo que pensaba que esperaban de mí. 22 años pase pensando que no valía nada, que nadie me quería, que está bien si me pisotean, está bien si tengo que fingir toda la vida de “ser feliz y tener una vida llena”. Mi vida era vacía, me sentía sola y como una moneda de 1 centavo. Pequeña y sin valor.
Dejé salir a la verdadera MUJER que SOY y salir a la luz de cada día con alegría y optimismo. Primero con mi pareja, me di cuenta de que no se fue, seguía a mí lado, desde el principio vio mi valor. Luego mis amigos, algunos se fueron y comprendí que nunca fueron amigos, los que se quedaron se que lo son y los tendré de por vida. Y al final con la familia, dejando atrás el que dirán y las opiniones que tuviesen de mí.
Ahora tengo claro mi valor, y me amo, me conozco por dentro y por fuera.
Ahora tengo la fuerza para decir NO a las cosas que no me dan placer.
Ahora huyo de las personas tóxicas que sólo quieren verme caer.
Ahora conozco mi valor y no corro más detrás de personas que no quieren ser parte de mi vida. Ahora me amo a mi misma de pies a cabeza.
Ahora comprendo que mi vida vale como las demás, el valor a tu vida se lo das tu misma. No dejes que nadie te diga cuanto vale o cuanto no vale. Tu lo sabes. Esta en ti.