Recuerdo ese titular de un artículo de revista que encontré hace ya 25 años, cuando inicié una gran aventura en el estudio, investigación y práctica del Feng Shui...
La formación como profesional en arquitectura, me ha permitido comprender el espacio que habitamos desde lo físico y lo tangible: a través del diseño, las formas, materiales, colores, texturas, belleza y el arte. Pero fue el despertar de una visión integral del bienestar, lo que me motivó a “mirar con los ojos del alma”, descubriendo que el espacio contenido entre muros, puertas y ventanas, son la esencia que hace importante y habitable, a lo que cariñosamente llamamos hogar.
Ese despertar lo conseguí con perseverancia, a partir de la práctica diaria de meditación y los auto-tratamientos con la Estimulación Neural, que me ayudaron a potenciar la creatividad, a estar más atenta en cada detalle. Descubriendo así, que la casa es nuestro cuerpo extendido, que guarda los más íntimos sentimientos, deseos, frustraciones, alegrías, pasiones y tristezas. Y que los cambios más simples en el orden del hogar, generan movimiento en las emociones de quienes lo habitan.
También comprendí que podemos avanzar mirando nuestro espacio para ver cómo nuestro mundo interno se refleja en el entorno. A esto le llamo el “crear y recrear nuestro propio universo”, poniendo el orden físico como reflejo del orden interno y viceversa.
Cuando me preguntan qué es el Feng Shui, elijo el concepto de la búsqueda de la armonía y el buen vivir, en relación con la naturaleza.
Llevo años ayudando a la gente a redescubrirse y afrontar los sentimientos ocultos en sus hogares, mejorando así la calidad de vida en hogares saludables.
Te invito a realizar este pequeño pero útil ejercicio de 4 pasos, que te ayudarán a ver de una manera diferente:
Primero: Párate frente a la puerta de entrada de ingreso a tu casa, departamento, dormitorio…aquel espacio que sea tuyo (no necesariamente debes ser el propietario).
Segundo: Haz 3 respiraciones profundas, inhalando y exhalando, para tomar conciencia como si ingresaras por primera vez.
Tercero: introduce la llave, abre la puerta. ¡Mira, observa! Aquello primero que ves: el cuadro, la cama, ropero o cualquier objeto que veas primero, está directamente relacionado contigo, ¡así estás tú!, es tu reflejo. Reflexiona sobre las cualidades del objeto, y pregúntate: ¿me gusta lo que veo? ¿Quisiera cambiar algo? ¿Acaso me molesta?
Por último, el cuarto paso: Si decidiste que es tiempo de hacer el cambio, coloca algo que te encante, que te motive y eleve tu autoestima. Un cuadro u objeto que refleje cómo quieres verte para avanzar. Atrévete a mirar con los ojos del alma.
Anímate, haz el cambio, muévete y sal de la rutina.