Desde hace un par de meses, comprendí que la felicidad depende de uno mismo y la felicidad depende mucho de nuestra propia libertad...
Desde hace un par de meses, comprendí que la felicidad depende de uno mismo y la felicidad depende mucho de nuestra propia libertad. Estos últimos meses aprendí a liberarme de mis propias cadenas. Pero, ¿qué significa exactamente?
Siendo la pequeña de la familia, siempre me han consentido y me han dado todo. Desde el principio elegí acomodarme y no tomar responsabilidades. Prefería “llevar la fiesta en paz”, ser la niña o hija buena y quedarme en "mi mundo", que para mí era un mundo "perfecto". Ya tenía todo planeado, casarme, tener hijos, una casa, etc.
**¿Qué pasó todos esos años? **
Todo las cosas que pasaban en mi vida, las discusiones con la familia, con amigos, pensar el qué dirán, me preocupaba mucho, pero elegía mejor quedarme callada y nunca decir mi opinión, para no crear ningún caos o discusión. Cada vez me iba llenando de rabia, tristeza, celos, rencor y lo iba acumulando, pero nunca decía nada. Y muchas veces me preguntaba: pero, ¿qué dirá la gente si les digo lo que pienso? Así pase mucho tiempo, y hasta hace un par de meses, me hicieron ver que todas esas emociones que llevo dentro, las he cargado toda la vida, aunque prefiera meterlas en una caja y "olvidarme" de ellas, siempre seguirán ahí.
Con el tiempo fui entendiendo que llevaba el pasado conmigo y no me dejaba avanzar ligeramente. Poco a poco empecé a escribir en una libreta todo lo que pensaba o me molestaba, o iba hablando con buenos amigos y era la única manera que liberaría todos esos pensamientos. Empecé a viajar con MSF y a descubrir nuevos países, culturas y a conocer a nuevas personas. Fue un cambio total, porque la gente se abría, me compartía sus historias, conocimientos, opiniones y cada vez me llamaba más la atención.
**¿Y qué pasaba en los viajes? **
Me sentía libre, muy alegre, me abría más, sentía que era yo misma sin tener que fingir o tratar de ser otra persona. ¡Era una sensación única!
Pero al regresar de un viaje, tiempo después, volvía a ser la misma persona que antes, hasta darme cuenta que yo misma decidía quedarme en "mi mundo".
En el último viaje a Jerusalén con MSF, mi meta fue el liberarme de las cadenas que yo misma me ponía y no me dejaban ni ser feliz, ni volar. Cada día era una prueba, pero cada día escribía o hablaba y me liberaba de esos pensamientos o recuerdos negativos que llevaba cargando conmigo. Al final del viaje decidí hacer las paces conmigo. Lloré mucho y me pedí perdón, por haberme enjaulado y encadenado por tanto tiempo, por haberme guardado por 22 años todas esas emociones, por haberme prohibido mi felicidad y más que todo por haberme olvidado que es el amor propio. Además fue la primera vez que pude hablarle a mis hermanas y decirles: ya no soy la pequeña, esa niña a la que le tienen que resolver los problemas, porque he madurado, soy una mujer independiente y quiero volar y dejar el nido.
Ahora es la primera vez que puedo decir de corazón y con respeto lo que pienso, a un amigo, a una hermana, o a un colega y sentirme ligera. Antes me sentía culpable o que era una mala persona, y gracias a la ayuda de La Jardinera esos sentimientos van desapareciendo cada vez más. Ahora hablar sobre mis emociones, es tener amor propio y respeto a mí misma. Cortar mis propias cadenas, me han dado la libertad para seguir una vida sana e ir en el camino correcto. El sentirme libre, me ha hecho ver que cada uno de nosotros escribe su propia historia, cada uno es responsable por sus acciones y cada uno es un ser individual.