Vuelta tras vuelta en mi vida, la meditación siempre ha sido una fiel compañera con la que he podido contar para recoger los fragmentos de mi vida y comenzar a crear nuevos diseños más acordes con mi nuevo ser
Cuando era estudiante tenía pasión por la música, el deporte y me atraía el mundo que retornaba su mirada hacia adentro, hacia ese conocimiento profundo de uno mismo. Por esto me acerqué al yoga durante 10 años con asanas y meditaciones guiadas, luego “bailé” practicando Taijiquan, estilo Chen y el arte de la espada por otros 8 años.
Mi cuerpo se movía con fluidez, como si lo hubiera practicado siempre y durante años pensé que este era un camino redescubierto, un reconocimiento de algo que me había pertenecido. Incluso consideré convertirme en profesora de esta disciplina. Pero un día de verano, mientras entrenaba con la espada, me di cuenta de que era hora de deponer los brazos para aprender más sobre el mundo femenino al que había elegido pertenecer. Decidí entregar mi espada a mi hijo, Riccardo.
Después de unos años me encontré con Bio Transenergetic, donde salió una parte importante de mi sensibilidad y capacidad de escuchar y ponerme en contacto con partes de mí que no sabía que convivían en mi figura delgada y etérea.
Luego de este camino me encontré en mi camino: La Enseñanza. Encontré una forma más rápida de meditación en línea con mi necesidad de poder traer momentos de calma y vacío a mi vida diaria a partir de mis actividades frenéticas. Por eso decidí seguir su rumbo sumergiéndome nuevamente en una nueva forma de atención, que se volvió hacia la vida cotidiana y hacia todo lo que nos rodea, ya sea la flora o la fauna y sigo siendo parte de ella hoy.
Tengo un carácter alegre y mucho amor por la investigación y los nuevos estímulos. Como docente tengo la costumbre de buscar siempre nuevas estrategias que ayuden a mis alumnos a comprender mejor las disciplinas y por eso cuando estudio suelo tener una mesa llena de libros, tarjetas y ordenadores para crear algo adaptado a sus necesidades.
Cuando encuentro dificultades, cuando no sé qué estrategia es mejor seguir, llega el momento en que necesito un reinicio, siento la necesidad de detenerme y recomponerme para empezar con nuevas ilusiones y actividades estimulantes ... en primer lugar por mí misma porque tengo la necesidad de divertirme mientras aprendo. Creo firmemente que cuando el aburrimiento o el cansancio excesivo se instalan, el cerebro y la memoria deciden tomarse un descanso recreativo. Así es como en un momento, despejo completamente la mesa y me siento para permitirme unos minutos de meditación.
Antes de empezar me doy una meta, que puede ser una clave para resolver una dificultad o el encontrar las palabras para comunicarme con las personas.
Hago tres respiraciones iniciales lentas en las que me desprendo de las actividades que estaba realizando y entro en el silencio y la observación acrítica de los pensamientos que emergerán del silencio. La meditación actúa en mi cerebro exactamente como la acción de limpieza de mi mesa de trabajo, no puede haber claridad donde hay un tumulto de ideas, así como no es fácil encontrar un hilo para un camino de aprendizaje entre decenas de papeles, libros y archivos. Ese silencio en la meditación quita la carga a los pensamientos que no son inmediatamente importantes, permitiendo una apertura para aquellos que me permitirán actuar con corazón y claridad.
A menudo me sucede durante la meditación que surgen pensamientos que me recuerdan llamadas telefónicas muy importantes que hacer, que había olvidado, o fechas límite burocráticas, o nombres de personas de las que no he tenido noticias desde hace mucho tiempo y que, después de la meditación, llamo y me agradezco. la oportunidad de conversar y discutir en momentos difíciles de la vida.
Incluso cuando lucho por aceptar y comprender lo que suceden en mi existencia, o cuando todavía estoy muy enojada por comportamientos que no puedo justificar, tarde o temprano siento la necesidad de dejar las armas nuevamente por los pensamientos tóxicos que invaden mi mente y no me permiten continuar con la conexión correcta entre cerebro y corazón. Inicialmente siento la necesidad de desapegarme de las personas para no agobiarlas con mi rabia y dolor, pero luego siempre llega el momento en el que quieres volver a vivir con una sonrisa y aquí la meditación me ayuda a desintoxicarme, a encontrar un equilibrio justo y saludable.
Por eso, todas las mañanas antes de comenzar el día dedico un tiempo a la meditación y, cuando entro al aula con mis alumnos, hacemos el ejercicio de relajación mental juntos, 3 -5-3, antes. Empieza la lección, para despejar la mente y derribar todas esas emociones negativas como la ira, el resentimiento, la baja autoestima, la depresión, la inseguridad, el dolor que les impediría aprender con serenidad pero sobre todo relacionarse entre ellos de la mejor manera.
A lo largo de los años he podido observar que incluso los estudiantes que venían de situaciones extremadamente conflictivas en la familia, pudieron redescubrir el placer de estar con los demás, de acercarse a los que están en dificultad, descubriendo así la belleza de reír juntos, de colaborar por un propósito común, sin tener que mirarse siempre con sospecha.
Aún hoy pienso en la visión del gran filósofo Aristóteles que argumentó la inutilidad de educar la mente si no se educa primero el corazón, y esto a través de la meditación, las técnicas de Estimulación Neural y las profundas cartas de la fundadora de la asociación, cariñosamente llamada La Jardinera, se da en todo individuo que tiene el deseo de abrir el cofre mágico de sus habilidades y talentos, redescubriendo así esa humanidad y esa calidez espontánea que naturalmente caracteriza a las personas.