Amar la naturaleza

Cuidar de la naturaleza es, sin duda, sentir una sensación de plenitud y bienestar, nos hace sentir que todos somos uno y uno somos todos.

La naturaleza nos permite conectar con nuestros sentidos, las flores muestran su belleza a nuestra vista, los aromas a nuestro olfato, las texturas a nuestro tacto, y los sonidos de sus movimientos a nuestros oídos.

Basta detenernos a respirar, caminar descalzos sobre el pasto, cerrar nuestros ojos, para conectarnos con esa energía que nos acerca al universo, que nos hace sentir lo frágil que somos ante la naturaleza, y que debemos verla con respeto, admiración, y con mucho amor.

La naturaleza, nuestra mejor maestra, nos da grandes lecciones de humildad. Si colocamos una planta en una habitación siempre vemos que crece hacia la luz, si cuidamos de ellas nos agradecen con sus frutos y flores.

La naturaleza es un mundo mágico, ¿a quién no hace sentir felicidad? si nos proporciona vida, sin ella no hay oxígeno, bueno no hay vida.

Recuerdo que de niña ayudaba a mi abuela en el cultivo de hortalizas, ella las producía, y era muy bonito ver el tamaño y color cuando se sacaban de la tierra, me genera bamucha alegría y más disfrutar de su sabor.

En su jardín había muchas flores, y una en especial con un aroma que se sentía a distancia, los Jazmines. Aún guardo ese aroma en mi memoria, de allí el nombre de mi hija, Jazmín.

Hace aproximadamente 9 años, la vida me dio el regalo de unirme como voluntaria a la organización Manos sin Fronteras, donde encontré las herramientas que me permiten, comprender el porqué de mi amor y conexión con la naturaleza.

En Manos Sin Fronteras, he aprendido a meditar, y a utilizar mis manos, después de haber recibido los cursos de ESTIMULACIÓN NEURAL, y otros cursos especiales, que han transformado mi vida.

Ahora encuentro más motivos para amar y experimentar con mis manos el amor con la naturaleza, que antes no había sentido ni vivido.

He aprendido a ser menos egoísta, y ser como las plantas, dar sin esperar nada a cambio.

Es bueno pararse a pensar, cuánto hemos amado y cuánto hemos aprendido.

Amar la Naturaleza, nos acerca a Dios, y siempre recuerdo la frase de la fundadora de Manos Sin Fronteras a quien cariñosamente le llamamos Jardinera:

"En lo más sencillo, está lo más grande."