15 de septiembre de 2021

Misión Planeta Hombre

Escrito por: Maria Rita Toschi

"Está claro que la escuela de hoy no puede parecerse a la de ayer en lo más mínimo, porque todo en la sociedad, ha cambiado, todo explotó en una sucesión frenética de hechos"

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Hace unos días hablaba con una joven a la que conozco desde hace tiempo y a la que respeto mucho. Estábamos hablando tranquilamente cuando me pidió que le aclarara el carácter de la novela que estaba leyendo, de un conocido autor, que debía terminar en breve para el curso escolar que estaba a punto de comenzar.

Rápidamente señalé los puntos centrales y el tema principal de la obra y luego contextualicé al autor, destacando los rasgos principales de la época a la que pertenecía. El comienzo del siglo XX, en el cambio de siglo, es el preludio y el germen de unas convulsiones sociales, culturales, filosóficas, económicas y éticas que la imaginación más descabellada jamás hubiera podido imaginar.

“¡AH! “ respondió, "pero no es así como se presentan los textos en la escuela, ¡si se explicaran así sería más fácil entenderlos!”

Me había devuelto en un momento al aquí y al ahora. A su manera, ¡también había contextualizado! Dos generaciones comparadas, dos épocas. La distancia es de años luz.

Está claro que la escuela de hoy no puede parecerse a la de ayer en lo más mínimo, porque todo en la sociedad, de la que la escuela sigue siendo la columna vertebral, ha cambiado, todo explotó en una sucesión frenética de hechos y acontecimientos fuera de todo ritmo, casi ingobernable. Pero sabemos que el nacimiento de un nuevo orden, de nuevos equilibrios, encuentra sus raíces en el caos del que surge. Ordo ab Caos.

A modo de formación mental, los pensamos que los hechos y las cosas presentes, las propias acciones y pensamientos del ser humano, tienen unas raíces que se hunden en un tejido social y cultural que lo connotan, lo condicionan y a veces hasta lo determinan. Hoy en día, por el contrario, una paradoja en la era de la globalización y, sin embargo, fruto de la globalización, todo en cada campo está compartimentado y es específico. Atado a una dimensión temporal que siempre huye hacia el futuro, de modo que lo que es cierto ahora dejará de serlo dentro de un mes, un día, una hora. El factor tiempo es decisivo, más bien imperativo. La gente se ha acostumbrado a olvidarse de sí misma para estar al día. O más bien, con los tiempos. Hay que ser un artista y un ganador. Siempre. El otro es el antagonista. A veces el enemigo. Tienes que desplazarlo, eliminarlo de tu camino por cualquier medio.

Esto genera infelicidad, agresividad, miedo y dolor.

La tecnología y los estudios más avanzados ponen el mundo entero a nuestros pies, explorando los límites de la materia, la energía y el pensamiento. Para superarlos. Esto hace que la frontera final entre la ciencia y la sed de poder sea muy borrosa y peligrosa.

abrumado

El hombre es cada vez más frágil ante la incertidumbre que le rodea provocada por una carrera de poder que ha tomado aspectos de un delirio de omnipotencia. Porque él -el hombre- ya no es el centro de la vida. El sentido mismo de la vida ya no es el centro de la búsqueda. Muchos ídolos han ocupado su lugar. Las finanzas mundiales han desplazado a la economía. La realidad virtual ha suplantado la comunicación y el intercambio fértil de opiniones; la cultura está muerta y globalizada. El hombre está cada vez más manipulable y manipulado por un mundo virtual que lo domina y condiciona sus decisiones. En detrimento del libre albedrío. La capacidad individual de tomar decisiones basadas en la conciencia de sí mismo

Afortunadamente, entre las nuevas generaciones, algunos jóvenes están acudiendo en nuestra ayuda. A su manera. Greta Thunberg, por ejemplo.

Muchos todavía andan a tientas en este caos sin puntos de referencia. No saben disfrutar de la belleza de un amanecer, de un campo de flores, de un paseo en bicicleta con los amigos. Debemos aprender de nuevo a reír, simplemente, a reír. Y amar la vida, en cada momento, porque es preciosa. Es la cura más eficaz contra la ansiedad y el miedo.

No tenemos que demostrar nada a nadie, no competimos con nadie. No tenemos que ser delgados y evanescentes como los modelos, no tenemos que ser viriles y estar en forma con músculos inflados y cerebros desinflados. Simplemente nosotros mismos. Seres únicos e irrepetibles, llenos de potencial. Tal vez aún no haya salido a la luz hoy en día. Pero para eso estamos aquí. Redescubrir la centralidad del hombre en el centro de la vida. Para redescubrirnos a nosotros mismos. Si yo estoy bien, el mundo está bien. Esto es lo que nos enseñan la Enseñanza. Recuperar nuestro propio centro, nuestro propio bienestar en la sencillez.

¿Cómo hacerlo? Día tras día, realizando los gestos cotidianos con conciencia, captando su sencillez e importancia. Fijando proyectos a realizar, al principio sencillos y cercanos a nosotros, luego más amplios. Sin olvidar que compartir es una fuente de gran riqueza y satisfacción. El hombre es un ser social y cada una de sus acciones y pensamientos sólo adquiere un significado pleno dentro de un contexto más amplio, en el que el otro tiene un papel y una importancia que realza nuestras acciones.

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